Obreros de la industria algodonera de Mulhouse
Impresión:
1970
Revisión
Es necesario verlos llegar cada mañana a la ciudad y partir cada tarde. Entre ellos hay una multitud de mujeres pálidas, flacas, que marchan a pie descalzo en medio del barro y que, a falta de paragua, llevan sus tableros al revés sobre la cabeza.., y un número aún más considerable de niños no menos pálidos, no menos desencajados, cubiertos de harapos sucios con el aceite de los talleres, que les cae mientras trabajan. Estos últimos, más protegidos de la lluvia por la impermeabilidad de su vestimenta, no llevan al brazo, como las mujeres, un canasto con las provisiones de la jornada: pero llevan en la mano o guardan bajo su ropa o como pueden, el pedazo de pan que debe alimentarlos hasta la hora de regresar a la Casa.